Son nativas de Australia, Nueva Guinea e islas cercanas, y están entre las más venenosas del mundo.
Además tienen pupilas verticales y muchas escamas pequeñas en la parte superior de la cabeza.
Sus colmillos son además más largos y móviles que en la mayoría de los elápidos, aunque aún están lejos del tamaño visto en algunas verdaderas víboras.
Las únicas partes de ellas que quedan expuestas son su cabeza y cola, ambas muy bien camufladas generalmente.
Aunque esta parálisis es leve al principio, puede causar la muerte por un paro respiratorio completo en tan poco como seis horas.
En Nueva Guinea, las muertes provocadas por la mordedura de estas serpientes aún son comunes.
[1][2] Sin embargo, un trabajo reciente ha identificado una serie de neurotoxinas presinápticas presentes en al menos tres especies Acanthophis.
[3][4] Se han identificado varios otros componentes en el veneno, incluidas las miotoxinas, procoagulantes, anticoagulantes y toxinas que interfieren con la agregación plaquetaria.
[8] Estas fueron recibidas con escepticismo,[9][10][11] y solamente A. wellsi, de la que se ha publicado una descripción extensa,[9] ha sido ampliamente reconocida.
El último puede dividirse en dos sub-clados; uno, A. rugosus sensu stricto de Nueva Guinea meridional, y un segundo, A. hawkei, del norte de Queensland y el Territorio del Norte en Australia.