La abrenunciación es, en la doctrina católica, la promesa que en la administración del bautismo hace el que lo recibe, o su padrino, de romper toda comunión con el mal espíritu y de renunciar al mundo y sus vanidades.
El término tiene su origen en la palabra con que el bautizando o su representante contestaba al ministro del sacramento: Ab renuntias Satanae?, a lo que contesta Ab renuntio, interrogatorio que se continuaba, siendo la primera palabra de pregunta y respuesta el verbo de referencia.
Se ha empleado asimismo en la abjuración de algunas "herejías", como, según la liturgia mozárabe del siglo VII, se practicaba en la profesión de fe que se exigía a los donatistas, a los arrianos y a los judíos, empleando al efecto un interrogatorio de abrenunciación entre el obispo que recibía la abjuración y el que la hacía.
El empleo de este vocablo data del siglo IV, en que la Iglesia lo incluyó en la administración del ritual de bautismo.
; por la abrenunciación se concretó al forma que expresa toda ruptura con Satanás.