[1] Está basada en el cuento Aballay, de Antonio Di Benedetto.
Por detrás, invisible y tácito, se va tejiendo el motivo de la venganza.
Fernando Spiner transpone fielmente el cuento de Di Benedetto, pero no se queda ahí.
Como contrapropuesta, el rodaje en Amaicha del Valle propició no sólo la incorporación de miembros de la comunidad aborigen local para personajes menores sino la convivencia y el intercambio necesario que ésta implica.
Con Aballay, Spiner se inscribe (junto a Lucas Demare, Hugo Fregonese, Torre Nilsson, Favio, Solanas, entre otros) en la extensa tradición cinematográfica gauchesca.
A contramano del neo-revisionismo incipiente de estos días, el director de Adiós querida Luna asume un ímpetu narrativo de doble linaje en el que a la vez que revisita elementos populares próximos a los que desarrollara Favio (lo mítico-religioso) plantea como héroe un gaucho excepcional cuya ética secreta lo encamina a la muerte; hay incluso un instante en el que Aballay y Julián parecen Fierro y Cruz (dos personajes del libro Martín Fierro), y uno más, poco después, en el que uno se convierte en el otro.
No obstante, perdió en la categoría más importante, "Mejor película", contra Un cuento chino.