Sus innumerables posesiones se extendían en el siglo XI del Medoc hasta Pamplona en España.
[1] y está situada en la Vía Limusina que llleva a la tumba del santo.
Son notables los capiteles policromados decorados con leones, que datan del siglo XI.
Los restauradores del siglo XIX, redecoraron la nave y las fachadas en estilo neorrománico, pastiche conforme al gusto de la época para la arquitectura medieval.
En ese momento, la región contaba con muchas ricas villas romanas, pero con ninguna ciudad importante.
En paralelo, tanto los obispos como los abades están empeñados en la reconstrucción de las ciudades devastadas por los vikingos: Oloron, Nogaro, La Réole o Saint-Sever.
En 1569, los protestantes arrasaron los edificios conventuales, que no serían reconstruidos hasta finales del siglo XVII.
La iglesia pudo dedicarse al culto, pero los edificios monásticos son ocupados por el Ayuntamiento y otras administrationes municipales.
Inspirado en los Beatos españoles, ricamente decorado, es el único ejemplar al norte de los Pirineos.