En otras palabras, no creen que una persona religiosa pueda apocopar el nombre de Dios.
Esta raíz, en arameo, dio lugar al término ʾāllāhā, que habría podido pasar al árabe con desaparición de la ā final (en arameo es una vocal desinencial, y éstas tienden a desaparecer en árabe) y acortamiento de la ā inicial por confusión con el artículo al-.
Sin embargo, otros eruditos han estudiado la semejanza en la pronunciación del nombre de Dios en arameo, hebreo antiguo, árabe clásico y otras lenguas, y han concluido que Al-lah es el nombre único de Dios en todas las lenguas antiguas, que luego se ha visto alterado, por ello no tiene derivados ni deriva de ninguna otra palabra.
En principio, la palabra Al-lah es traducida como Dios, pero algunos musulmanes de lengua no árabe prefieren utilizar el término árabe sin traducir, debido a que es la palabra utilizada en el Corán para referirse a Dios de forma directa o en primera persona.
Los nombres de este tipo no son exclusivos, sin embargo, del Islam.
Entre los cristianos árabes existen también nombres de esta clase, como Abd al-Masih («siervo del Mesías»).
En algunos casos estos nombres han sufrido transformaciones al pasar por lenguas distintas del árabe.
Así, Abdullah da Abdoulaye en wolof; Abdulhamid pasa a ser Abdülhamit en turco, etc.
He ahí por qué, en el plano estrictamente práctico, es costumbre musulmana recogerse en oración y hacer pasar entre los dedos las 99 cuentas de su rosario.