Según la creencia popular, era este beso lo que permitía al Diablo seducir a las brujas.
Se creía que era un ritual necesario para la iniciación de las brujas, y a él seguían los festejos del aquelarre.
En muchos relatos, el Diablo no se presentaba a las brujas para recibir este homenaje en forma humana, sino animal (macho cabrío, gato negro o sapo).
En algunos testimonios, las brujas no solo besaban el ano al Diablo, sino también a otros demonios menores.
Es el caso, por ejemplo, de los testimonios referentes a juicios por brujería en North Berwick, en Escocia.