Fue descrito por Charles Dickens como «un hombre del espectáculo honorable y muy educado».
[2] En sus espectáculos, solía tratar el tema de la muerte, mediante la representación de sepulcros, cementerios, esqueletos y la evocación de una atmósfera misteriosa influenciada por las novelas góticas de la época; también buscaba unificar estos temas con tópicos del amor y criaturas monstruosas (demonios, diablos, murciélagos, híbridos, etc.) En cuanto a sus personajes humanos, únicamente solía representarlos bajo figuras de grandes personalidades, como eran los clérigos, monjes, avaros, brujas, religiosas y vírgenes.
Las técnicas utilizadas por Robertson (sobrenombre del dramaturgo), variaban entre sobre impresiones, fundidos, imágenes en movimiento, alocuciones y efectos sonoros, que se desplegaban en un espacio de entre 25 metros de largo y 8 metros de ancho, mediante el uso del phantoscopio.
[3] Sin embargo, no todos los efectos especiales se conseguían únicamente bajo el uso del phantoscopio; en ocasiones, se utilizada el apoyo de una linterna mágica ordinaria, así como el uso de pequeños bajorrelieves, grabados o medallas, espejos, que se distribuían por la escena para crear determinadas sombras y motivos recortados.
Junto a la voz de Robertson, le acompañaba entradas musicales ( en ocasiones con un tam-tam o Gong chino; o con algún artilugio cilíndrico que imitara el sonido de la lluvia) que buscaban aportar un efecto psicológico en el espectador, y el uso de ruidos descriptivos.