La ética de las máquinas se ha vuelto un campo realista desde que las computadoras comenzaron a manejar transacciones médicas y monetarias.
Pocas fueron escritas antes del siglo 21, principalmente porque cualquier forma de inteligencia artificial era inexistente.
[12] Se enfocan hacia programas como el dispositivo de adquisición del lenguaje, que puede emular la interacción humana.
Los robots fueron agrupados en clanes y se utilizó el código genético digital de los miembros exitosos para la próxima generación.
Además, hubo robots que señalaban el peligro y morían por salvar a otros.
Estas adaptaciones pueden haber sido el resultado del código genético de sus creadores humanos.
[14] En Moral Machines: Teaching Robots Right from Wrong, Wendell Wallach y Colin Allen concluyen que los intentos de enseñar a los robots la diferencia entre el bien y el mal, nos ayudará a avanzar en el entendimiento de la ética humana, motivando a los humanos para acortar la brecha en la teoría normativa moderna y brindando una plataforma para la investigación experimental.
Al diseñar algoritmos morales, los investigadores se ven obligados a articular de manera explícita los principios éticos subyacentes.
Esta aproximación multidisciplinar fomenta el diálogo más profundo sobre cuestiones éticas fundamentales.
Estas deficiencias técnicas cuestionan la eficacia de la tecnología y conllevan repercusiones éticas al reforzar la discriminación.