Esto ocurría aproximadamente en el año 1800 a. C.[1] Este campo sería heredado posteriormente por su hijo José por expreso deseo de Jacob (Gn 48:21-22), pero José moriría en Egipto sin llegar a habitar en él.
Aunque el texto bíblico solo dice que Jacob compró este terreno —y no se hace mención al pozo—, se sobreentiende que hubo algún acuerdo previo o adicional que le permitiera hacer uso del manantial, como era costumbre en aquella época, para evitar las disputas por el agua.
Hoy en día no se cuestiona la autenticidad del pozo de Jacob[cita requerida], el cual es considerado como un lugar santo tanto por judíos como por cristianos y musulmanes.
[7] Se encuentra excavado en piedra caliza y es alimentado por diversos manantiales cercanos, los cuales han permitido que siga teniendo agua.
Actualmente se puede visitar, pues el lugar está abierto al turismo, en la cripta de la iglesia ortodoxa Be'er Ya'akov.