No necesariamente renuncian a todas las relaciones ni toman necesariamente votos de pobreza, de forma que algunos pueden ser pobres y otros incluso adinerados, pero los adornos de la vida mundana temporal se mantienen en perspectiva y no le restan valor a su dedicación constante a Dios.
[5][6] Los faquires son prevalentes en medio oriente y en el sur de Asia; se cree que son autosuficientes y que solo tienen por posesión la necesidad espiritual por Dios.
Gracias a la asociación con estos, y en particular con ascetas hindúes indigentes y errantes, así como con sadhus que van demostrando ante audiencias en las calles sus a veces extrañas artes, en occidente se creó la idea de que un faquir es una persona que ejecuta ante una audiencia retos de resistencia física y mental aparentemente mágicos o sobrehumanos,[2] tales como caminar sobre el fuego o cristales, introducirse antorchas o cuchillos en su boca o acostarse sobre camas con clavos sin sentir aparentemente dolor, la levitación y, en ocasiones, el encantamiento de serpientes.
Actualmente el término faquir también hace mención a artistas circenses que practican estas actividades como oficio.
[2] Entre estos últimos se encuentran el neerlandés Mirin Dajo, el francés Ben-Ghou-Bey, el estadounidense Fakir Musafar o el español Daja Tarto, quienes se han hecho famosos por demostraciones públicas en las que objetos afilados perforan sus cuerpos.