El General Montcalm fue enviado a los territorios franceses en Norteamérica en 1756, donde desarrolló un gran papel durante la guerra franco-india.
Esta última victoria se vio oscurecida por la actuación de los aliados nativos de los franceses, quienes atacaron al regimiento que se retiraba, algo que Montcalm no hubiese permitido, pues lo consideraba deshonroso en un noble.
Por ello, en cuanto recibió noticia de la masacre acudió en persona para poner fin al ataque.
La batalla, pese a ser breve, supuso la derrota del ejército francés, al que no consiguieron llegar los refuerzos dirigidos por Lévis.
Montcalm resultó herido durante la batalla y murió poco después, al igual que el comandante inglés, Wolfe.