Durante el primer y segundo estado larvario la apariencia es de una cochinilla aplastada pálida amarillenta y traslúcida, por lo que puede ser difícil de distinguir a simple vista.
Un subproducto de su alimentación es una melaza que segregan por el ano, esta sustancia azucarada queda depositada en las hojas y sobre ella se pueden desarrollar hongos de coloración negruzca, normalmente conocidos como fumagina y que por tanto impiden que esos trozos de la hoja reciban la luz solar y realicen la fotosíntesis, generando que la planta se debilite.
La tercera y posiblemente la más dañina repercusión sobre el cultivo que puede tener es que los adultos de estos insectos pueden transmitir diversos virus perjudiciales para las plantas.
[2] El control efectivo de esta plaga se ha realizado durante muchos años mediante la suelta de insectos beneficiosos que son sus enemigos naturales, tal como el parasitoide afelínido, Encarsia formosa (Gahan).
Si se requiera, estrategias de control integrado se pueden incorporar mediante la aplicación de insecticidas selectivos que complementen y no perjudiquen a sus enemigos naturales.