En ecología , la curva de descubrimiento de especies (también conocida como curva de acumulación de especies o curva del coleccionista [1] ) es un gráfico que registra el número acumulado de especies de seres vivos registradas en un entorno particular en función del esfuerzo acumulado invertido en buscarlas (generalmente medido en horas-persona). Está relacionada con la curva de área de especies , pero no es idéntica a ella .
La curva de descubrimiento de especies necesariamente será creciente y normalmente se acelerará negativamente (es decir, su tasa de aumento se ralentizará). Trazar la curva proporciona una forma de estimar el número de especies adicionales que se descubrirán con un mayor esfuerzo. Esto se hace normalmente ajustando algún tipo de forma funcional a la curva, ya sea a simple vista o utilizando técnicas de regresión no lineal . Las formas funcionales más utilizadas incluyen la función logarítmica y la función exponencial negativa . La ventaja de la función exponencial negativa es que tiende a una asíntota que es igual al número de especies que se descubrirían si se invirtiera un esfuerzo infinito. Sin embargo, algunos enfoques teóricos implican que la curva logarítmica puede ser más apropiada, [ cita requerida ] lo que implica que, aunque el descubrimiento de especies se ralentizará con un esfuerzo creciente, nunca cesará por completo, por lo que no hay asíntota y, si se invirtiera un esfuerzo infinito, se descubriría un número infinito de especies. [ cita requerida ] Un ejemplo en el que no se esperaría que la función fuera asintótica es en el estudio de secuencias genéticas, donde nuevas mutaciones y errores de secuenciación pueden dar lugar a infinitas variantes.
La primera investigación teórica del proceso de descubrimiento de especies fue un artículo clásico de Fisher, Corbet y Williams (1943), que se basó en una gran colección de mariposas realizada en Malasia . El trabajo estadístico teórico sobre el problema continúa, véase por ejemplo el artículo reciente de Chao y Shen (2004). La teoría está vinculada a la de la ley de Zipf .
El mismo enfoque se utiliza en muchos otros campos. Por ejemplo, en etología , se puede aplicar al número de patrones de acción fijos distintos que se descubrirán como función del esfuerzo acumulado al estudiar el comportamiento de una especie animal; en genética molecular, se está aplicando ahora al número de genes distintos que se descubren; y en estudios literarios, se puede utilizar para estimar el vocabulario total de un escritor a partir de una muestra dada de sus obras registradas (véase Efron y Thisted, 1976).