Su padre tocaba en una banda militar y le dio sus primeras lecciones musicales.
Una de las obras escrita entonces fue el Octeto para Cuerdas que logró bastante éxito al ser estrenado.
Su brillante carrera como director comenzó en septiembre de 1883, cuando presentó Lohengrin, de Richard Wagner, y su influencia se fue sintiendo cada vez más durante los 25 años que pasó en la capital danesa, dando un impulso notable a la música local con sus conciertos tanto dentro como fuera del teatro.
Sin embargo, la fascinación de la era romántica con el misticismo y el drama no le atrajo mucho.
La mayoría de sus obras son composiciones para gran orquesta, con una rica orquestación con la que logra un variado efecto armónico y tímbrico, aspecto en el que se asemeja a su gran amigo Wagner.
Aunque vivió la mayor parte de su vida adulta en Copenhague, mantuvo siempre el contacto con su patria.