El Independiente fue un periódico colombiano que reemplazó a El Espectador , cuando este diario suspendió su publicación debido a una serie de acciones ilegales cometidas en su contra por el régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla en 1956.
El 9 de noviembre de 1949, el presidente Mariano Ospina Pérez decretó el estado de sitio , clausuró el Congreso e instauró la censura de prensa , [1] que se mantuvo vigente durante las tres administraciones siguientes. Esta última acción provocó la renuncia del director de El Espectador, Luis Cano Villegas, quien fue sustituido por su hermano Gabriel Cano. [2] Rojas Pinilla llegó a la presidencia mediante un golpe de Estado , [3] y la situación de los medios de comunicación colombianos empeoró. En agosto de 1953, El Siglo y El Colombiano fueron clausurados, [4] y en agosto de 1955, el gobierno ordenó el cierre de El Tiempo . [5]
A diferencia de los periódicos antes mencionados, El Espectador no fue clausurado por la dictadura , pero fue blanco permanente de un fuerte acoso por parte del gobierno. El 11 de mayo de 1954, Primo Guerrero, corresponsal del periódico en Quibdó , fue encarcelado por haber escrito un reportaje en el que se quejaba de las precarias condiciones de la capital del Chocó en comparación con el lujo de los automóviles que habían sido asignados a los empleados oficiales en esa ciudad. [4] El 20 de diciembre de 1955, la ODIPE (sigla de Oficina de Información y Prensa), dirigida por Jorge Luis Arango, multó a El Espectador y El Correo (de Medellín ) con 10.000 pesos colombianos, acusando a ambos periódicos de haber dado noticias sobre violencia, lo cual estaba estrictamente prohibido. [4] Gabriel Cano pagó la multa sin apelación alguna, pero al día siguiente publicó una columna editorial titulada "El tesoro del pirata", sin mostrarla antes a los censores gubernamentales para que la aprobaran. Criticó directamente al régimen, comparándolo con un grupo de piratas, e insinuando irónicamente que Rojas era el líder de esa banda de ladrones: [6]
"El submarino principal del señor Arango ya ha obtenido una pequeña victoria contra nosotros, y mañana seguramente vendrá otra de la Guardia Costera del señor Villaveces, que desde agosto pasado, en repugnante coincidencia con el cierre de El Tiempo, atracó en las oficinas de ese ilustre diario y las nuestras, supuestamente cazando monstruosos fraudes desconocidos al erario nacional [...] Han buceado profundamente en nuestros libros de contabilidad y en nuestros archivos, y siguen ahí con las fauces abiertas como tiburones al acecho. Lo que no sabemos todavía es el monto preciso del botín que le entregarán al señor Morgan... al señor Morgan, el banquero".
El 6 de enero de 1956, el gobierno, mediante la Resolución 7130 de la Dirección Nacional de Impuestos, multó a El Espectador con 600.000 pesos colombianos por una supuesta inexactitud en la declaración de impuestos hecha por la empresa en 1953. [4] Gabriel Cano quiso hacer pública su posición sobre la situación en una nueva columna editorial titulada “La isla del tesoro”, pero esta vez se vio obligado a mostrarla primero a los censores oficiales y estos la rechazaron. En ese texto prohibido había un resumen detallado de las persecuciones que sufrió el periódico en los gobiernos anteriores y las dificultades económicas que atravesaba tras ser incendiado en septiembre de 1952. El último párrafo señalaba que: [6]
“Sin embargo, resulta un poco sarcástico que ahora aparezcamos como las víctimas impagas e impagables del 6 de septiembre, como los punibles defraudadores del Fisco, mientras otros, gobierno o pueblo -dos entidades que en los largos y oscuros días de este estado de sitio se mezclan en punible y nocivo concubinato- han podido mermar impunemente la riqueza histórica de la República, mucho más valiosa y más sagrada que su simple riqueza fiscal”.
Al no permitírsele publicar la columna con la que pretendía defender su periódico ante la opinión nacional, Gabriel Cano decidió cerrar El Espectador por tiempo indefinido. [4] [6]
Al igual que Eduardo Santos cuando fundó Intermedio para sustituir a El Tiempo , Gabriel Cano pensó que no podía dejar a sus empleados sin trabajo, cuando la maquinaria del periódico sólo generaba pérdidas por estar fuera de servicio. A través de algunos conocidos y amigos, intentó varias veces conseguir las autorizaciones necesarias para imprimir una nueva publicación con otro título. Los nombres de La Idea , [4] La Consigna y La Correspondencia fueron rechazados, entre otras razones, porque eran los mismos títulos que Fidel Cano Gutiérrez había escogido para seguir imprimiendo periódicos a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los gobiernos de la llamada "Regeneración" y la hegemonía del Partido Conservador colombiano cerraron con frecuencia El Espectador. [6]
Finalmente, Darío Bautista y José Salgar obtuvieron la autorización para imprimir El Independiente. [7] La primera edición circuló el 20 de febrero de 1956, [8] [4] dirigida por Alberto Lleras Camargo . [6] Sin embargo, como Lleras era al mismo tiempo el líder del Partido Liberal , muchas de las acciones contra el régimen se planeaban desde las oficinas de El Independiente, y algún volante considerado como subversivo por el gobierno estaba vinculado a la actividad del periódico. Lleras fue acusado de ser cómplice de tales maniobras clandestinas. No se le permitió defenderse, y el nuevo diario fue clausurado el 15 de abril de 1956, menos de dos meses después de su fundación. [9]
En octubre de 1956, durante la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa celebrada en La Habana , Cuba , varios periodistas y personalidades políticas continentales sugirieron a Gabriel Cano que reiniciara la publicación de El Espectador. De regreso en Colombia, Alberto Lleras Camargo y Alfonso López Michelsen también se lo pidieron a Cano. Pero éste se negó a aceptar estas sugerencias, diciendo que su diario no reaparecería hasta que su columna editorial de defensa pudiera publicarse "sin el más mínimo recorte, aunque fuera dentro de un mes, dentro de un año, o dentro de un siglo". De todas formas, dio la oportunidad de imprimir El Independiente o cualquier otro periódico que estuviera de acuerdo con los ideales de El Espectador. [6]
El Independiente reanudó su emisión el 2 de febrero de 1957, dirigido por Guillermo Cano Isaza (hijo de Gabriel Cano). [6] Un mes después, el 4 de marzo, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca derogó la multa impuesta a El Espectador y ordenó la devolución del dinero pagado. [4] La demanda que prosperó fue interpuesta por Carlos Lleras Restrepo , abogado de la empresa. [6] La censura se mantenía implacable. Según Guillermo Cano, cada día había dos periódicos completamente diferentes: "El que leían los tres o cuatro censores, y otro que se imprimía y que estaba en manos de miles de personas. El primero era bueno, completo e informativo. El segundo estaba elaborado a toda prisa, muy variado y divertido, con muchas curiosidades y poca información, con muchas reinas de belleza en traje de baño, pero ninguna opinión de actualidad". [10]
Desde el 5 de mayo de 1957, el país se encontraba en huelga nacional. Los periódicos, bancos, fábricas, comercios, escuelas, clubes, cines y teatros de la oposición cesaron sus actividades. [6] Rojas Pinilla renunció el 10 de mayo y dejó el gobierno a cargo de una Junta Militar . En la edición extra que El Independiente emitió ese día, la columna editorial anunció su pleno apoyo al acuerdo firmado entre Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez que ayudó a poner fin a la dictadura, y que resultó en el retorno de la democracia mediante un mecanismo de alternancia en la presidencia y distribución igualitaria de los cargos públicos entre liberales y conservadores. Este acuerdo fue conocido como el Frente Nacional . [6]
"Sólo una cosa podemos y queremos decir, y es que estamos dispuestos a dar nuestro modesto pero patriótico aporte a cualquier resolución que, ahora o más adelante, tomen las directivas de los partidos Liberal y Conservador, cuyo acuerdo histórico firmado en marzo apoyamos oportuna, leal y decididamente".
Sin embargo, en la misma edición extra se dejó claro que El Espectador sólo volvería cuando las instituciones democráticas estuvieran restablecidas de manera plena y definitiva. [6] Y esto tardó mucho en cumplirse. El plebiscito que ratificó la validez del pacto entre liberales y conservadores tuvo lugar el 1 de diciembre de 1957. [11] Las elecciones al Congreso fueron el 16 de marzo de 1958. [12] Y las elecciones presidenciales se celebraron el 4 de mayo de 1958. [13]
Con la democracia plenamente restaurada, El Independiente publicó su último número el 31 de mayo de 1958. Al día siguiente, 1 de junio, El Espectador volvió a circular, [14] con una edición matutina dirigida por Gabriel Cano y otra en la tarde, conducida por Guillermo Cano. [15]
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