Sin embargo, aún se conservan muchas evidencias arqueológicas: tumbas, casas, ajuares, que hacen de este lugar el poblado del Antiguo Egipto mejor conocido.Al comienzo del Imperio Nuevo, Tutmosis I, decide abandonar la construcción de mastabas y pirámides debido a los saqueos a que eran sometidas, y ordena comenzar su tumba en un lugar más protegido, excavando la ladera de la montaña, fundando Set Maat (Deir el-Medina) como lugar de residencia para los obreros y artesanos ocupados en la construcción.El mobiliario y demás objetos cotidianos, como espejos, juegos de mesa, se conocen gracias a la tumba del arquitecto Kha y su esposa Merit, que nos ha llegado intacta con un rico ajuar, aunque probablemente el de los trabajadores fuese más modesto.Era una tarea realizada por la "Mujer Sabia" que se creía tenía poderes sobrenaturales y amplios conocimientos de medicina.Debían pintar las paredes, la mayoría de las veces con las instrucciones del Libro de los Muertos, hacer las estatuillas que representaban al rey y a sus criados, ushebti, y confeccionarle todo el ajuar, para utilizarlo en la otra vida, por supuesto, ricamente decorado.Cada diez jornadas volvían a sus casas, dedicando el día libre a construir sus propias tumbas, en las que nos han dejado hermosas pinturas, visitar lugares de culto cercanos o realizar trabajos por cuenta ajena para redondear ingresos.Casi todos los trabajadores estaban organizados en cofradías, y aprovechaban los días libres para reunirse.Deir el-Medina tuvo su mejor época con Ramsés II: con la decadencia que comenzó con la Dinastía XX, la desorganización llegó también allí, hasta el abandono total con la Dinastía XXI, que trasladó la capital a Tanis en el Delta y abandonó la necrópolis tebana: Deir el-Medina ya no tenía razón de ser.