En 2010, la productora Temple Hill Entertainment (la misma de la saga Crepúsculo) produjo una película orientada al público familiar.
Tras el servicio del buque en la Segunda Guerra Mundial, y su posteriormente venta a la ciudad de Long Beach (California), los frescos se dieron por perdidos.
El personaje tuvo un éxito inesperado, con cuatro millones de ejemplares vendidos para 1939, año que marca su adquisición por las ediciones Hachette.
La sociedad Nelvana, que tiene la franquicia en Canadá, quiso multiplicar sus productos, entrando en conflicto con la Clifford Ross Company.
Las ideas implícitas en la historieta han sido criticadas, entre otros, por Ariel Dorfman, señalando que trasuntan una justificación del colonialismo y proporcionan una visión distorsionada de la historia para consumo de los niños, en la que el elefante protagonista representa al indígena o al negro colonizado del tercer mundo, "asimilado" a la metrópolis, y la anciana señora sustituye a la Iglesia o al Imperio.
Esta teoría ha sido a su vez criticada en el conservador Manual del perfecto idiota latinoamericano de Mendoza, Montaner y Vargas Llosa.