Típicamente, los subwoofers domésticos integran en sus versiones más simples una fuente de alimentación potente (normalmente entre los 100 VA y 1 kVA dado que en ocasiones pueden circular corrientes superiores a 10 ARMS por la bobina del transductor), un filtro pasa bajo activo, protecciones de sobrecarga, un amplificador dedicado y un único transductor de gran diámetro.
El diseño y las propiedades mecánicas del recinto acústico en el que se encuentra el transductor son también determinantes en el funcionamiento de un altavoz de subgraves; en todo caso, mucho más determinante que para la reproducción de las octavas más altas.
Aunque los más frecuentes son del tipo analógico, existen ya en el mercado versiones digitales[3][4] (la señal de entrada es digital a la que se aplicará filtrado pasa bajo digital, procesamiento de adecuación y corrección de sala mediante DSP y conversión digital-analógica posterior).
Cuando no se observan estos requerimientos es frecuente que la inclusión simple de un subwoofer a un sistema resulte, paradójicamente, en un fuerte deterioro general de la fidelidad del sistema.
El flujo de un canal subwoofer es sólo un 1/535 el necesario para CD-Audio.