Las numerosas guerras civiles comenzaron a explotar en diversas partes del imperio tales como España, África y el Oriente.
Yazid Ibn al-Muhallab, que había escapado de su confinamiento a la muerte de Umar se instaló en Basora, uniéndosele muchos seguidores y rechazó jurar lealtad al nuevo califa Yazid II.
Su levantamiento contra Yazid II fue muy importante, teniendo éxito inicialmente, pero, al final, fue derrotado y muerto por las fuerzas de Maslama ben Abd al-Malik Ibn-Marwan.
Parece claro que hasta después de su muerte, en el año 721, no se reanudó la política de expansión en la Galia y que los musulmanes -no sabemos muy bien si ya habían ocupado Narbona o no (probablemente en 715)- atacaron Septimania, Provenza y Aquitania.
Los gobernadores nombrados por Yazid en Kairuán y en Córdoba siguieron una política muy dura hacia los autóctonos.