De la misma forma que pasó con el yelmo de Burgh, fue confundido con una olla para cocinar.
No fue hasta 2012 que una analítica reveló que el objeto era un yelmo, construido al estilo de los usados a finales del Imperio Romano e inicios de la Edad Media.
El hallazgo consistía de numerosos fragmentos fuertemente corroídos y actualmente sigue en proceso de reconstrucción y conservación por el British Museum.
Carece de protector nasal o para las mejillas, posible indicador que fue usado por guerreros menos afortunados que los usuarios del yelmo de Coppergate o de Sutton Hoo.
La calidad del conjunto sugiere que el dueño era un noble de bajo rango, quizás un thane, caudillo o un terrateniente local.