Tenía una pasión por los viajes, y eso se combinó a través de su vida con sus producciones de literatura.
Después de viajar a Suiza, Bélgica y a los Países Bajos, lo unieron en 1835 a la expedición ártica del Recherche; y después de un par de años en Rennes como profesor de literatura extranjera, visitó Rusia (1842), Siria (1845), Argelia (1846), de 1848 a 1849 Norteamérica y Suramérica, y los volúmenes numerosos de su pluma eran el resultado.
En 1870 lo eligieron para la academia (asiento 31), y estuvo por muchos años identificado prominentemente con la biblioteca de Sainte-Geneviève.
Hizo mucho para animar el estudio de la literatura escandinava en Francia, publicando traducciones de Holberg, de Oehlenschlager y de otros.
En 1870 fue nombrado Miembro de la Academia Francesa de Letras, prosiguiendo su labor literaria de forma incansable, hasta su muerte, en París, en 1892.