Este último tipo de proyectil desarrolla una velocidad que se acerca al límite alcanzable con propelentes químicos.
Se debe encontrar un equilibrio entre calidad/cantidad de propelente, peso del proyectil y longitud del cañón si se pretende lograr un rendimiento óptimo y seguro.
Por esta razón la munición disparada desde cañones largos suele desarrollar mayores velocidades de salida.
Si se usara un cañón extremadamente largo, se llegaría a un punto en el que la fricción entre la bala y la pared interior del cañón, sumada a la resistencia del aire, harían disminuir la velocidad de la bala.
También tienen la ventaja de no tener que llevar la carga propelente e incluso la carga explosiva del proyectil podría ser eliminada, convirtiendo a este en una munición exclusivamente cinética.