Los velódromos olímpicos y para campeonatos del mundo deben tener un perímetro de entre 250 metros.
Esto ayuda a maximizar la velocidad, reducir el peso y evitar las frenadas bruscas.
De esta manera se logra que la inercia o fuerza centrífuga sea en todo momento casi perpendicular a la pista.
Además las rectas están ligeramente peraltadas para reducir los cambios en la inclinación.
Todas estas modificaciones hacen que la pista sea utilizable en un amplio rango de velocidades y permita a los ciclistas dar las curvas sin bruscas modificaciones en la dirección, mejorando su rendimiento.