La estrategia de los SIVs era tomar dinero prestado emitiendo valores a corto plazo, como papel comercial, valores de medio plazo y bonos públicos a bajo tipo de interés y posteriormente prestar ese dinero comprando activos a más largo plazo con mayores tipos de interés, atribuyéndose la diferencia en los tipos al inversor como beneficio.
Como consecuencia de esta estructura, los SIVs fueron considerados como parte del sistema bancario en la sombra.
Inventados por Citigroup en 1988, los SIVs fueron populares hasta el crash del mercado de 2008.
Los SIVs tenían una estructura con final abierto (o evergreen).
Un gestor de un SIV tenía permiso para intercambiar inversiones sin facilitar a los inversores transparencia sobre cada activo, facilitando a cambio informes mensuales sobre su cartera.