Se han encontrado objetos fabricados con vidrio romano en numerosos sitios del Imperio romano tanto en contextos domésticos, como también industriales y funerarios.Sin embargo, durante el siglo I la industria experimentó un rápido crecimiento que incluyó el desarrollo del soplado de vidrio y la preferencia por los vasos incoloros o tono ‘aqua’.[1][2] La producción de vidrio en bruto fue realizada en diversas zonas geográficamente diferentes de donde se llevaba a cabo el trabajado del vidrio para obtener los recipientes terminados, y hacia fines del siglo I la fabricación en gran escala hizo que el vidrio se convirtiera en un material fácilmente disponible en todo el mundo romano, y del cual se disponían de vidrios de gran lujo que deben haber sido sumamente caros.Estos frasquitos, siempre de formas estrechas suelen ser denominados lacrimatorios y ungüentarios por los coleccionistas pero servían únicamente para contener aceites o perfumes en los sepulcros, no para depositar en ellos lágrimas.Se les llama hoy vasos murrinos falsos, por imitar a los verdaderos.