Se dice que nada por los canales de Chiloé; y cuando logra estar cerca de un toro terrestre de su agrado, sale corriendo velozmente desde el mar, destrozando todos los cercos y alambradas que estén entre ella y su toro elegido.
El toro al ver sus ojos, queda embrujado, debido a ello el toro entra en celo, y desea desesperadamente copular con la vaca marina de Chiloé.
Debido al encuentro con esta criatura, el toro quedaría muy trastornado y desde ese momento sólo atina a bramar y bramar, y queda mirando fijamente hacia el mar, donde se encuentra la vaca marina; la cual no retorna jamás para encontrarse con el mismo toro.
Aunque su dueño le traiga otras hembras de su especie, estas le son totalmente indiferentes, y ya no tiene ningún deseo de virilidad hacia ellas.
Debido a la pérdida de sus cualidades de macho del rebaño, sólo le queda como destino la muerte por hambre o por la condena del dueño a quien no le queda más opción que sacrificarlo para alimento.