Está presente en cualquier hábitat, exceptuando bosques densos y parajes situados a más de 1500 m s. n. m. No obstante prefiere la proximidad de campos roturados o parajes degradados por el hombre (ciudades, basureros, carreteras), del mismo modo que le agrada la cercanía de poblaciones humanas.Esto es aprovechado por la urraca de excelente forma y presentando una alimentación omnívora.Cuando son atacadas por aves predadoras se unen para revolotear a su alrededor increpándola con sus graznidos y no dejando que ataque de forma correcta.Si, por el contrario, lo que descubren es un animal muerto de gran tamaño, también se agrupan y empiezan a emitir graznidos de forma estrepitosa para llamar la atención de cuervos y buitres, ya que necesitan que estos comiencen a abrir la dura piel del cadáver.Una vez saciados los grandes carroñeros como los buitres, alimoches, etc, actúan ellas para dejar los huesos pelados.Los polluelos dependen de los padres y son alimentados durante un mes aproximadamente, hasta que comienzan a volar.[13] Desde siempre ha sido un ave amenazada por cazadores y agricultores que veían en la urraca un ave perniciosa para sus intereses cinegéticos por su depredación sobre ciertas especies como la perdiz, al consumir los huevos de estas.[1] La urraca fue descrita e ilustrada por el naturalista suizo Conrad Gessner en su Historiae animalium de 1555.[17][18] En 1760, el zoólogo francés Mathurin Jacques Brisson trasladó la urraca al género Pica.
La subespecie ibérica (
P. p. melanotos
) caracterizada por tener las alas más cortas y menos blanco en las escápulas, y ser su
obispillo
casi siempre negro.
Algunos ejemplares de
P. p. melanotos
tienen una pequeña zona sin plumas tras los ojos.