Un tubo de microcentrífuga (comúnmente apodados "Eppendorf", en referencia al mayor manufacturador de estos tubos, la casa Eppendorf) es un pequeño contenedor cilíndrico de plástico, con un fondo cónico y típicamente una tapa unida al cuerpo del tubo para evitar su desprendimiento.
Son empleados profusamente en biología molecular y bioquímica no sólo para la centrifugación, sino que, dado su bajo costo, se emplean a menudo como simples viales contenedores de sustancias químicas.
Los tubos están fabricados de polipropileno,[1] y pueden emplearse a temperaturas muy bajas (-20 °C) o con disolventes orgánicos como el cloroformo.
Su tamaño oscila entre los 200 μL y los 2 mL.
La capacidad más comúnmente usada es de 1,5 mL, siendo por otra parte los de 200 μl los más empleados para PCR.