Los resultados económicos y laborales fueron objeto de valoraciones divergentes y las instituciones que sucedieron a la Treuhand continuaron operando en las décadas posteriores.
La privatización o clausura de las empresas públicas en la RDA generaron un desempleo masivo en los Estados federados orientales de la Alemania reunificada.
Los partidarios de las privatizaciones sostuvieron que de no haberlas realizado se habrían perdido aún más puestos de trabajo y se habría ralentizado la posterior recuperación económica.
[3] Sus críticos, sin embargo, sostuvieron que se realizaron despidos innecesarios, se produjo un grave despilfarro financiero y se clausuraron numerosas empresas que en principio eran rentables.
Las responsabilidades legales y la administración de las propiedades de la THA fueron delegadas a tres instituciones:[6] El proceso de privatización supuso el desmantelamiento del tejido industrial y productivo de la ex RDA, en un proceso en el que se generalizó que empresas occidentales adquirieran a competidoras suyas con el objetivo de liquidarlas, con ventas tras tasaciones inferiores a su valor real, etc.