Los trapiches más reconocidos son utilizados en la zona centro/sur de México, y parte de Centroamérica, siendo la marca Campollo la más utilizada en estos lugares.
Este jugo es concentrado y cocido hasta obtener la cristalización del azúcar.
En las regiones mineras, los trapiches realizaban la molienda y el lavado del oro fino, que a veces era también recogido con el azogue.
Por los mecanismos generales en que se desenvolvía la vida económica chilena en la Colonia, los trapiches representaron una inversión altamente rentable para sus propietarios.
Estas adaptaciones artesanales son muy manejables, transportables y se instalan casi en cualquier sitio para ofrecer jugo de caña fresco demostrando que los procesos productivos no se limitan a las grandes industrias y pueden favorecer directamente la economía del pueblo.