Transición política

En sentido estricto el concepto se aplica en torno al análisis del paso desde un régimen autoritario hacia uno poliárquico (Dahl:1961).

En este lapso las reglas del juego político no están bien definidas, de ahí los ajustes/acomodos mutuos entre los actores y sus respectivas estrategias (O’Donnell, 1998).

No existe una “teoría general” de las transiciones que pueda aplicarse en todos los casos, pues cada proceso es único, con grados y ritmos diferentes (Aguilera, 2009) y en el interfieren un número casi ilimitado de factores.

Es difícil establecer relaciones unívocas de causalidad e imposible predecir con seguridad los cambios futuros (Dahl, 1976).

Hay dos grandes modalidades genéricas de la transición: la reforma y la ruptura, en la práctica, predomina la primera ya que permite la negociación entre amplios sectores del gobierno, con intereses e ideologías muy diferentes.

Aun así varios politólogos expertos en la materia, han diferenciado diferentes fases en los procesos de transición política: 1) crisis del régimen autoritario, 2) decisión/instauración con la superación del régimen existente y 3) consolidación y persistencia (habituación) (Morlino, 1985; Alcántara, 1994; Shaim/Linz, 1995).

Aunque el inicio de las transiciones puede darse debido a factores externos al país, como la guerra, la ocupación o la presión del entorno (como ocurrió en Alemania y Japón tras 1945), lo más común es que ocurra por factores internos que se aceleran cuando los propios integrantes de la coalición dominante llegan a la conclusión de que ciertos cambios son indispensables, bien por agotamiento (Grecia, Argentina) o por el predominio de los “blandos” (España, Brasil) (Aguilera, 2006).

En este aspecto la existencia o no de cultura política y cívica en una sociedad es fundamental, ya que permitirá que el régimen autoritario sea visto negativamente, tanto por su ineficacia como por su ilegitimidad.

El ejército puede ayudar a mantener el régimen dictatorial o, por el contrario, favorecer su caída mediante presiones internas.

Los militares pueden iniciar la apertura o desgajarse de un gobierno militar desprestigiado, entre otros.

La influencia externa puede contemplarse como una catálisis del cambio y sobrepasa a la mera presión exterior.

Los pactos entre las distintas fuerzas dotan a las transiciones de orden, seguridad y confianza.

Para Leonardo Morlino, Regímenes híbridos son por consiguiente, todos aquellos regímenes precedidos por una experiencia autoritaria o tradicional, que experimenta un inicio de apertura, liberalización y parcial ruptura de la limitación del pluralismo.

Los otros partidos están poco organizados o son de reciente creación y con escaso electorado.

Hay un grado mínimo de participación real, pero muy reducida y que suele estar limitada al período electoral.

Con frecuencia, una ley electoral da una enorme ventaja en la distribución de escaños del partido dominante.

Esto quiere decir que está ausente cualquier justificación del régimen y la represión policial.

ALCÁNTARA SÁEZ, M. (1992): “Las transiciones a la democracia en España, América Latina y Europa Oriental.