Se usó desde el siglo III a. C., originalmente como antídoto contra venenos, incluyendo los derivados de mordeduras de animales, y posteriormente se utilizó también como medicamento contra numerosas enfermedades, siendo considerado una panacea universal.
Se popularizó en la Edad Media, y durante muchos siglos se empleó con variaciones en su formulación, registrándose en las principales farmacopeas de la época hasta que perdió auge en los siglo XVIII y XIX.
Algunos de los componentes utilizados en las triacas elaboradas en la Antigüedad no han podido ser todavía identificados.
[2] Su antecedente se atribuye a los preparados elaborados en la Escuela de Alejandría, aunque más conocido fue el mitridato o mithridatium, así llamado en recuerdo de Mitrídates VI, rey del Ponto del siglo II a. C., en Asia Menor.
Según Apiano, cuando fue derrotado por Pompeyo, Mitrídates VI intentó suicidarse ingiriendo veneno para evitar su captura por los romanos, pero al estar inmunizado contra todo tipo de tóxicos, debió recurrir a uno de sus oficiales para que le provocase la muerte a espada.
[4] En el siglo II se haría famosa la gran triaca de Galeno, quien dedicaría un libro completo a este compuesto.