El cuento del molinero

Nicolás pasó todo el día en su habitación, fingiendo estar enfermo, y cuando el carpintero fue a buscarle, le contó que había estado observando los astros y había averiguado que llovería en gran cantidad.

Así, Nicolás y Álison pudieron estar juntos sin ser molestados durante toda la noche.

Al amanecer, Absalón, un sacristán de la iglesia, decidió declarar su amor a Álison.

Álison quiso entonces gastarle una broma, y en lugar de asomar su cara por la ventana, sacó su trasero, que el sacristán besó.

Fue a casa de un amigo herrero y le pidió prestado un rastrillo que aún estaba candente.

Volvió a llamar a Álison desde la ventana, y esta vez fue Nicolás quien quiso burlarse de él, sacando las nalgas por la ventana como había hecho ella, pero Absalón le puso el hierro al rojo vivo.

El molinero. Ilustración de Richard Pynson. 1492.
El molinero.