Thalerhof

Las primeras barracas comenzaron a construirse solo en invierno de 1915.

Hasta entonces miles de personas estuvieron a la intemperie en condiciones antisanitarias tremendas.

[3]​ Aleksandr Makovski en sus memorias atestigua: "Por cualquier inadvertencia daban bayonetazos hasta la muerte.

[2]​ Basilio Vávrik, un exprisionero del campo de concentración, escribe: "La muerte natural en Talergof era una cosa rara - allí se implantaba por el veneno de males contagiosas.

No había ningún habla de tratamiento médico"; "Nadie escuchaba sus llantos, nadie prestaba atención a su martirio; a la vez todos guardianes, todos los celadores, cada alemán y no sólo alemán, sino cualquiera que deseara, cada soldado podía mofarse de ellos de un modo más salvaje y cruel".

El campo en 1917.