La práctica narrativa logra así separar las cualidades o atributos que se toman por sentado como en los paradigmas modernistas y estructuralistas.
Estas historias saturadas de problemas ganan dominio, y solo percibimos y actuamos bajo estos dominios preferidos, las historias o narrativas alternativas a menudo se encuentran en los discursos marginados, aquellos que si existen pero no narramos.
Ejemplos de estas narrativas que subyugan incluyen el capitalismo; psiquiatría o psicología; el patriarcado; heterosexismo; y eurocentrismo.
Por otra parte, los binarios como: saludables/no saludables; normal/anormal; y funcional/disfuncional ignoran las complejidades de las experiencias vividas de la gente, así como los significados personales y culturales que pueden adscribirse a sus experiencias en su contexto.
Estas preguntas podrían examinar cómo exactamente el problema ha logrado influir en la vida de esa persona, incluyendo su voz y técnicas para hacerse más fuerte en sí.
Aquí el terapeuta narrativo se basa en la premisa de que, aunque un problema puede ser frecuente e incluso severo, aún no ha destruido completamente a la persona.
Para ayudar a recuperar estos eventos, el terapeuta narrativo puede comenzar un proceso para re-cordar, mediante una conversación relacionada acerca de las personas que han contribuido en estos eventos y las diferencias que han hecho a otra y viceversa, de tal manera que se recuerde a la persona influyente.
La terapia termina cuando la persona tiene una historia más rica que narrar sobre su propia vida, algunas veces este acontecimiento se culmina con una celebración.
A menudo son amigos de la persona o clientes anteriores del terapeuta que tienen su propio conocimiento y experiencia sobre el problema en cuestión.