Es una de los pocas lugares del mundo donde el guacamayo verde no está extinto en vida silvestre.Anteriormente era llamado por los nativos de la zona con el nombre Ñancahuasu (vocablo guaraní que significa "quebrada grande").Los límites se fijaron por acuerdos en 1889 y oficialmente recién hasta inicios del siglo XX.En la investigación nunca se presentó respaldo histórico y los criterios del historiador son desconocidos.Años más tarde, a la vera del camino carril que corría al pie de las estribaciones serranas empezaron a asentarse, primeramente los antiguos pobladores de la desaparecida misión, más otros provenientes del vecino país.[3] A fines del siglo XIX, la República Argentina tenía ya la mayoría de sus límites definidos.[5] Por acuerdos directos en 1889, Tarija y sus zonas adyacentes hasta Yacuiba continuaron bajo la soberanía boliviana.[2] Más tarde se extendieron los ferrocarriles, llevando cientos de trabajadores al pueblo, que terminarían fijando allí residencia y comenzando un paulatino desarrollo urbano.El origen del nombre es incierto, aunque existe una versión basada en la investigación histórica de Alejandro Pojasi.La gastronomía tiene un polo central en los alrededores de la plaza principal, habiendo opciones como restaurantes regionales, cafés, bares, patios cerveceros y pubs.Algunos de los pueblos que conforman la comunidad son las ocho etnias originarias, y sus influencias tanto chaqueñas como andinas.El Corso Color es una exhibición orgullosa del folclore originario, chaqueño, andino, argentino, árabe y más, todos presentes en colectividades locales.Es común la pesca recreativa entre amigos, quienes muchas veces se trasladan largas distancias en busca de monte y lugar para acampar.Estas últimas son ligeramente diferentes a las que se encuentran en otros lugares de Salta; se preparan sólo con maíz, un queso local llamado "chaqueño", y a veces albahaca y leche.Generalmente, no es del gusto de los locales agregarles cebolla, morrón o condimentos fuertes.Por lo general, las actividades cotidianas de los tartagalenses inician por la mañana para luego interrumpirse llegado el mediodía, debido a las altas temperaturas.Esta costumbre forma parte del estilo de vida local y se mantiene durante todo el año.Tartagal también es un centro turístico y punto de partida para explorar otras localidades cercanas.Además, es habitual el turismo de compras en Salvador Mazza, dado que se encuentra en la frontera con Bolivia.Otra opción es aterrizar en la ciudad de Yacuiba, Bolivia (55 km), y cruzar la frontera.La composición social de Tartagal se caracteriza por su diversidad cultural y su población heterogénea.En este municipio habitan ocho etnias aborígenes: matacos, chiriguanos, chanés, quechuas, chorotes, chulupíes, aymaras y tobas.También se encuentra una capilla de la Iglesia Ortodoxa, y pequeñas colectividades judías e islámicas.
Mapa de Salta y Jujuy del año 1866 donde se observa la localidad de Tartagal, ya existente en esa época, en la esquina superior derecha.
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