Está basada –en términos generales– en el libro Picnic extraterrestre de los hermanos Arkadi y Borís Strugatski.
Este film nos muestra la estética de Tarkovski con tomas largas, intensamente elaboradas, intercaladas con diálogos y poemas filosóficos.
La zona fue evacuada, cerrada y se encuentra resguardada continuamente por un fuerte cerco militar.
Todo esto porque la mayoría de las personas que entraba a la zona no regresaba nunca.
Luego, junto con el hombre se dirige hacia un bar donde les espera una tercera persona.
Estos dos últimos no se conocen y cada uno le ha pagado por separado al stalker para que los conduzca a la Zona, hacia donde emprenden el viaje en un jeep.
Atraviesan diversos paisajes peligrosos y reciben disparos sin resultar heridos al atravesar el cerco policial.
Para decidir quién entrará primero el stalker ofrece dos cerillas de un mismo tamaño.
Dentro del molino de carne las imágenes se hacen desesperantes y a la vez bellísimas, como en toda la película.
En una pequeña antecámara un teléfono comienza a sonar; el escritor contesta diciendo «esta no es la clínica».
Al lograr llegar a la habitación, donde se conceden los deseos, los tres entablan una conversación en la que acusan al stalker de ser un «Estafador, que abusa de la gente desgraciada», pero según el stalker «nadie puede entrar a la Zona con fines lucrativos».
Sin embargo, el stalker inicia una pelea para salvar la habitación y grita: «¿por qué queréis destruir la fe?».
El stalker se queda con un perro que encontró en la Zona, lo cual resulta raro, porque nadie puede vivir allí.
En la última secuencia de la película se muestra a la hija del stalker leyendo un libro.
La niña gira la cabeza y se concentra en los vasos, que parece mover por telequinesis hasta hacerlos caer por el extremo de la mesa.
Luego está en color durante toda la estadía en la zona, exceptuando ciertos momentos específicos, como cuando el perro que se va de la Zona junto a ellos aparece o cuando se lee con la voz en off de la esposa un poema, justo cuando los tres están tirados, como durmiendo pero conversan entre sí.
[9] En la banda sonora final, las fronteras entre música y sonido fueron difuminadas hasta el punto de hacerlos indistinguibles.
Sólo los stalkers entran, en la novela y esto por la ganancia económica que representa extraer objetos de la zona.
La única característica de importancia que Tarkovski retiene del libro Picnic extraterrestre es la palabra "stalker" y "Zona".
La parte principal de la historia se hizo en unos cuantos días en una central hidroeléctrica abandonada en el río Jägala, también en Estonia.