Sinfonía n.º 1 (Shostakóvich)

Los dos últimos movimientos se interpretan sin mediar interrupción entre ellos siguiendo la indicación attacca de la partitura.

Tanto el primer tema como el segundo del primer movimiento son bastante típicos del compositor maduro; su carácter estaría fuera de lugar en las sinfonías posteriores, aunque no en los ballets y las partituras cinematográficas que vendrían después.

La enigmática marcha da paso a un vals donde tiene protagonismo especial una melodía que en primera instancia es introducida por la flauta travesera, pero que se repite constantemente por otros instrumentos durante esta sección.

Los violonchelos y los contrabajos marcan un "falso comienzo" antes del scherzo fantástico iniciado por el clarinete.

El clarinete y después el violín solista añaden frases de gran expresividad.

La trompeta con sordina inicia una ensoñadora coda que culmina en un coro de los violines.

Este movimiento deja entrever el posterior estilo trágico del compositor.

[2]​ Tras el estreno en 1926 la sinfonía tuvo una acogida abrumadoramente entusiasta y rápidamente se difundió por todo el mundo.

Bruno Walter, Leopold Stokowski y otros directores de renombre la defendieron.

A los 21 años, Shostakóvich ya era una celebridad, incluso se le mencionaba en compañía de los dos gigantes rusos que vivían en el extranjero, Prokófiev y Stravinsky.

Shostakóvich en 1925.