Es idéntico en uso y temperamento al relacionado setter irlandés, aunque se le suele encontrar más frecuentemente como perro de caza que a este último.
Su manto es largo y sedoso, predominantemente blanco con grandes manchas de color rojo.
Lleva más tiempo entrenarlos que a otros perros de caza, pero una vez hecho, son realmente leales y capaces como compañeros.
La trufa del setter rojo es de color caoba, nogal oscuro, o negro.
Su hocico es profundo y largo, desde la depresión naso-frontal hasta la punta de la trufa.