Sebastián de Aparicio

Puebla era poco menos que un pequeño villorrio con una población de inmigrantes en su mayoría europeos; en sus alrededores caballos y vacas corrían libremente multiplicándose con facilidad.

Tal vez como persona práctica recordó la carreta típica de su tierra, que podía recorrer los caminos estrechos gallegos, por eso las empezó a construir en sociedad con un carpintero.

También solicitó y logró el permiso para mejorar las rutas existentes, con lo cual abrió el primer servicio de transporte rodado en México.

Dos años más tarde vuelve a contraer matrimonio y su segunda esposa fallece apenas ocho meses después.

Cuatro días después, afluye a su entierro gran cantidad de personas.

[1]​ Fue el mismo Felipe III quien escribe al obispo de Tlaxcala para que iniciase el proceso en 1603 y el mismo prelado le remite un año siguiente la biografía escrita por Juan de Torquemada.

Convento y templo de San Francisco de Puebla.