Cerca, un hombre se acercó a orinar y fue sorprendido por Sebastián, quien lo acusó de mirón y le propinó un puñetazo en la cara, además de tirarlo al suelo sujetándolo por el cuello con mucha violencia.
El hombre al que estaba agrediendo era un policía que estaba de vacaciones y portaba un arma de fuego con la que le propinó tres disparos,[4] quitándole la vida.
En su defensa el policía argumentó: “Este chico estaba fuera de sí, estaba loco e iba a matarme”.
Posterior a esto el hombre arrojó el arma de fuego al mar y se entregó voluntariamente a la Policía.
Por haberse entregado, no tener antecedentes penales y demostrar que todo lo que hizo fue en legítima defensa fue obligado a pagar una indemnización de 120.000 euros y solo recibió cuatro años de cárcel, aunque quedó en libertad en enero de 2002.