Si bien es cierto que no se tiene certeza de cuándo exactamente y quién originó el ritual, existe literatura histórica diversa que sitúa su apogeo a partir del siglo IV después de Cristo.
La práctica del sati en India estuvo vigente hasta su abolición en 1829 por lord William Bentinck durante la ocupación británica en el este de la península.
No obstante, se han notificado casos de sati efectuados en la clandestinidad en la India moderna.
No hay pruebas de que el ritual se llevara a cabo entre las comunidades jainistas, budistas y sij.
El campo semántico de la palabra sati es amplio y cambió sobre todo, durante la época colonial.
Es importante mencionar que dentro etimológicamente, sati no hace referencia a una mujer viuda.
Si el marido muere antes que la esposa, el hecho se considera sospechoso y de mal augurio de la mujer hacia su marido, por lo que ella deberá corregir este estado poco deseable mediante penitencias (ayuno, ascetismo o inmolación).
Todo parece indicar que entre la comunidad védica el rito era más bien de naturaleza puramente simbólica.
Sin embargo, es un error asumir que la literatura védica cubría la realidad del subcontinente indio en aquella época.
En el tratado de Vasista se establece que «la viuda deberá dormir en el suelo por seis meses, deberá también realizar votos religiosos y austeridades tales como omitir condimentos y sal en la comida».
Kunti, afligida por la pérdida del rey, se queda para criar a los príncipes pandavas.
Por su culpa, Madri observa, Pandu olvidó la terrible maldición y fue presa de sus deseos carnales, es ella la más indicada para expiar su falta ardiendo en sati y unirse a Pandu con el objeto de satisfacerlo en el más allá.
Todo parece indicar que estas son las primeras referencias a la práctica de sati.
En el Linga-purana se detalla la preocupación de Brahmā por involucrar a Shiva en los acontecimientos del mundo.
Varias veces Shiva pone a prueba la devoción y prácticas ascéticas de (Satí).
Después de celebrarse el matrimonio, Shiva y (Satí) se retiran a la montaña en donde permanecen muchos años.
Aunque a Shiva la ofensa le tiene sin cuidado (Satí) furiosa, se dirige al gran acontecimiento convocado por su padre.
Este momento es considerado por los que presencian el sacrificio como un lapso extraordinariamente auspicioso en el cual la diosa condena y bendice a los familiares y miembros de la localidad a la que pertenecía.
En ese momento, la esposa dejó de ser una mujer, un ser humano, para convertirse en una deidad a la que se le edificará un templo y a la que se le rendirá devoción.
Los miembros de la aldea en donde ella vivía la toman como modelo y ejemplo a seguir, sobre todo las mujeres, que posteriormente se acercaban en peregrinaciones a pedirle favores para adquirir la fortaleza que ella demostró al momento de volverse satimata.
Desde el punto de vista tradicional hindú, una mujer, al contraer nupcias, queda simbólicamente unida a su marido.
La diosa es la representación del poder de transformación, al bailar a horcajadas sobre el cuerpo de Shiva, hace posible la creación (al levantar el falo del dios otorgándole nueva vitalidad).
Su sacrificio es símbolo de victoria que disuelve la muerte cuando amenaza con separar y privar la unión del matrimonio.
Generalmente se construía un templo en donde acudían anualmente los devotos para rendirle homenaje, pedirle favores y bendiciones.
Reiterando que la práctica había sido abolida en 1829, varios grupos, sobre todo feministas, levantaron la voz para denunciar las continuas violaciones a las libertades y derechos de la mujer en India.
Grupos sociales sobre todo urbanos, cuestionan duramente la validez del sati en la referencia más común que se toma como base a las justificaciones religiosas: la diosa Sati, al cometer inmolación durante el sacrificio de Daksha, no cumple con las especificaciones y características propias del sati (de seguir al esposo en el más allá), pues el dios Shiva seguía vivo al momento en que la diosa se arroja al fuego.
[3] En la novela La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne, se describe un sati en el que los protagonistas Phileas Fogg y Passepartout arriesgan su vida para salvar a la princesa Aouda de ser incinerada.
Boondi se arroja a las llamas para ser la primera esposa del fallecido en la otra vida.
La novela Cenizas en el Río Godavari (Lourdes María Monert-CreateSpace Independent Publishing 2016) está basada en la práctica del sati y las motivaciones detrás de los raros casos de sati que han ocurrido en tiempos modernos.