Genoveva de París

Genoveva de París (en francés, Geneviève, en latín: Genovefa, latinización del fráncico *kenowīfa o *Kenuwefa, formado de keno, 'género' o 'raza', y wefa, 'mujer') (Nanterre, c. 420 - París, c. 502, según las fuentes y la tradición) fue una virgen francesa, venerada como santa por la Iglesia católica.

Su padre, Severo (en latín, Severus), era probablemente un franco romanizado,[2]​ y su madre, Geroncia, de ascendencia griega.

Se entrega a Dios muy joven, llevando una vida consagrada y ascética probablemente desde los 16 años de edad.

Los dos obispos se detuvieron en una pequeña iglesia que había en Nanterre dedicada al mártir San Mauricio.

Al otro día, Genoveva llegó con sus padres a la iglesia, donde el obispo Germán, poniéndole su mano sobre la cabeza, la consagró a Dios y le colgó en el cuello una medalla de cobre que tenía grabada la señal de la cruz.

Al hacerlo, Geroncia recuperó la vista, y desde entonces se hicieron famosos los pozos milagrosos de Nanterre.

[5]​ Cuando cumplió quince años, Genoveva fue a París con el deseo de consagrarse en la comunidad religiosa.

Tiempo después, cayó enferma de lepra, y luego padeció una parálisis completa durante tres días.

Entonces comenzó a ser atacada por sus vecinos, quienes la tachaban de loca, hipócrita y fanática.

Nosotras, las mujeres, rogaremos tanto a Dios, que Él atenderá nuestras súplicas».

[7]​ Poco después, los ejércitos romanos de Teodorico y Merovingio derrotaron a Atila.

Poco después, Genoveva fundó, junto con otras jóvenes, el primer convento femenino de París, del cual fue nombrada priora.

Santa Genoveva ante los obispos Germán y Lupo .
Santa Genoveva en una pintura de Charles Sprague Pearce (1887).
Atila , rey de los hunos .
Santa Genoveva repartiendo víveres en París .
Santa Genoveva en un grabado coloreado del siglo XVIII