Aparece como una especie introducida en partes de Nueva Zelanda, Australia y América del Norte.
Las raíces son perennes algo leñosas que crecen profundamente en los suelos húmedos.
Las hojas son lanceoladas, carnosas, comestibles, con sabor agrio, las inferiores están sujetas por un delgado peciolo que se va reduciendo en las más altas hasta desaparecer en las superiores.
Al comienzo de la primavera, las hojas jóvenes y auriculadas de la acedera silvestre se parecen mucho a las del aro (Arum maculatum) que emerge del suelo en la misma época.
También se toma cocida; la sopa de acedera es un clásico en varios países europeos.
[2] En la India, las hojas se utilizan en sopas o curry elaborados con lentejas amarillas y cacahuetes.
En Albania, las hojas se cuecen a fuego lento y se sirven frías marinadas en aceite de oliva, o como ingrediente para rellenar tartas byrek (byrek me lakra).
[10] Ya en la antigüedad, los egipcios, griegos y romanos utilizaban acedera para eliminar el exceso de grasas en sus banquetes.
[11] En la Edad Media, la acedera (conocida en latín como acetosa [12][13]) fue ampliamente utilizada, especialmente en las Islas Británicas.
Además, la acedera ya era conocida por los marinos de la Edad Media como remedio contra el escorbuto.
Rumex acetosa fue descrita por Carlos Linneo y publicado en Species Plantarum 1: 337-338.
[19] En la agricultura intensiva de praderas, la acedera es un problema porque sus semillas no sólo sobreviven varios años en el suelo, sino que también permanecen germinables en el estiércol líquido.
Como resultado, puede propagarse en masa en lugares favorables y desplazar a las gramíneas forrajeras.
Aquí es indeseable porque es difícil de conservar en ensilado o heno y es evitada por el ganado.