[1] Al desencadenarse la guerra mundial, Dmowski permaneció en Rusia hasta el otoño de 1915, cuando partió a Gran Bretaña para intentar defender los intereses polacos ante los británicos, desilusionado de la postura rusa ante sus reivindicaciones.
[3] Durante la guerra, en su principal obra del periodo (Los problemas de la Europa central y oriental) insinuaba su preferencia por la emigración masiva de judíos como solución al «problema judío».
[9] Para acabar con la amenaza de Alemania, que Dmowski veía como el mayor enemigo de Polonia, aquella debía reducirse a sus fronteras étnicas y desmembrar el Imperio austrohúngaro, que se había convertido en su seguidor más fiel.
[9] Lituanos, bielorrusos y ucranianos debían ser asimilados a la cultura polaca.
Inteligente, culto, brillante en muchos aspectos y consumado propagandista e ideólogo nacionalista, Dmowski carecía, sin embargo, de cualidades como político: la pasión cuasi fanática por sus ideas le impedía modificar su postura frente a los que disentían y, en ocasiones, hacían de él un hombre demasiado persistente ante aquellos a los que intentaba influir.
[11] Su defecto más importante ante sus interlocutores occidentales era su acentuado antisemitismo, centro de su pensamiento.