El resultado de estas oraciones hizo se continuasen como un preservativo contra semejantes calamidades y bien pronto esta piadosa costumbre se introdujo en las demás iglesias de Francia.
El año 511 el concilio de Orleans mandó que se hiciesen las rogativas en toda la Francia.
Este uso pasó a España a principios del siglo VII, pero en esta nación se destinó el jueves, viernes y sábado después de Pentecostés.
Más tarde se adoptaron las rogativas en Italia, Carlomagno y Carlos el Calvo prohibieron al pueblo trabajaren tales días y sus leyes han sido observadas largo tiempo.
Se hacían en Inglaterra antes del cisma y se dice que todavía se conservan algunos vestigios de ellas que en la mayor parte de las parroquias es la costumbre ir a dar una vuelta paseándose durante los tres días que preceden a la Ascensión.