En su juventud, era sumamente delgado y terriblemente tímido, tartamudeaba y padecía un severo caso de acné, el cual le dejaría cicatrices permanentes (años después, el rememoraba su cara de aquel entonces como: “una gran espinilla”).
[4] Ella declaró a la policía que Hansen le ofreció 200 dólares para que le practicara una felación pero cuando abordó su auto, él la esposó, la amenazó con una pistola y condujo el auto hasta su casa, allí la mantuvo secuestrada, la torturó, la violó y la agredió sexualmente.
Cuando despertó, la metió en su coche y la llevó al aeropuerto Merrill Field donde le dijo que su intención era llevarla a su cabaña (una choza cercana al río Knik en el área del valle de Matanuska, accesible solo en bote o en avioneta de vuelo salvaje).
Hansen, asustado, corrió tras ella pero Paulson consiguió llegar primero a la sexta avenida, donde logró detener un camión que pasaba por ahí.
El conductor, Robert Yount, alertado por su apariencia desgreñada, se detuvo y la recogió.
Aunque Hansen había tenido varios problemas con la ley, su conducta apacible y su imagen de humilde panadero combinadas con una sólida coartada proporcionada por su amigo John Henning lo mantuvieron al margen de ser considerado como un serio sospechoso y el caso se enfrió.
El primer cuerpo, fue apodado “Eklutna Annie” por los investigadores y nunca ha sido identificado.
Flothe tenía en aquel tiempo tres cuerpos que parecían haber sido víctimas de un solo asesino.
Contactó al agente especial del FBI, Roy Hazelwood a quien solicitó ayuda para que este elaborara un perfil criminal, basado en los tres cuerpos recobrados.
Una vez arrestado, Hansen fue acusado por asalto, secuestro, varias faltas relacionadas con armas de fuego, robo y fraude.
Hansen indicó que empezó a asesinar al inicio de los años setenta.
Las restantes doce víctimas, de probablemente 21 más, fueron exhumadas por la policía y regresadas a sus familias.