Su familia pronto se trasladó al barrio de Trenchtown en Kingston.
Rita también apoyó el debut en la música de su hijo Ziggy Marley.
En 2004, Rita dictó una autobiografía a la escritora Hettie Jones, No woman, no cry, que describe una pobreza inimaginable: Marley ya era reconocido en Jamaica, como parte de los Wailers, pero la pareja vivía en una choza; Bob solo tenía un par de calzoncillos, que Rita lavaba cada noche.
No woman, no cry retrata a un Bob nada ejemplar, aunque menos desalmado que sus amigos, capaces de saquear la taquilla de un concierto benéfico pensado para construir una escuela rasta.
No obstante, Rita hacía una distinción clara entre el mensaje rastafariano del difunto, que ella suscribe, y su comportamiento como ser humano.