Tras estos últimos éxitos, se marchó al clásico rival de Maccabi, el Hapoel Haifa.
Allí jugó cuatro temporadas, en la cual se destacó en la 95/96 (21 goles), antes de marcharse a Beitar Jerusalén.
En el conjunto capitalino disputó solo un partido, se lesionó y quedó afuera de las canchas durante toda la temporada.
En este último se desempeñó en un buen nivel, convirtiéndose en uno de los jugadores más queridos por la afición y saldando así, consigo mismo y con el público, el mal trago de la experiencia anterior.
No obstante, Atar decidió permanecer al frente de la dirección técnica y consiguió el ascenso en la primera temporada.