De esa sesión salió esta magnífica obra que la muestra de perfil, mirando de reojo al espectador - probablemente no se fiaba demasiado del pintor, como casi todos - mientras juguetea con las manos, sobre un fondo oscuro del mismo azul que su vestido.
Las tonalidades malvas dominan en contraste con el amarillo del cabello y las manos iluminadas, siguiendo la teoría de los colores complementarios.
También son características del pintor los contornos destacados en negro, así como las pinceladas rápidas y espesas.
Además de esta obra firmada que dio a sus padres, también hizo dos versiones más: un dibujo similar coloreado, con el vestido en azul más claro, que envió a su hermano Theo van Gogh, y un retrato idealizado de Adeline, donde sobre ese fondo azul oscuro aparece su cabeza y busto de tres cuartos, con un vestido del mismo azul celeste que sus ojos, ya hecha una mujer.
A su derecha hay unas flores blancas y hojas verdes, que probablemente simbolicen su pureza e inocencia o, tal vez, su futuro ramo de novia en el matrimonio.